El fracaso militar y estratégico ruso en
Ucrania ha costado a su ejército en un año más víctimas mortales que a
todo el ejército soviético durante la guerra de Afganistán de 1979 a 1989. Sin duda alguna una gran victoria para la OTAN.
La guerra ha dejado en evidencia la incapacidad de sus oficiales, la pésima organización y mostrado las vergüenzas de un cuerpo armado obsoleto y de una rigidez estructural con graves carencias en casi todos los escalafones. El ejercito ruso esta muy lejos de ser la segunda potencia militar del mundo pese a su enorme superioridad de fuego. Las fuerzas aéreas rusas ni siquiera han podido imponer su dominio aéreo en las zonas del frente.
Lo que supone que cada envío de armas occidentales,
primero los Himars, después la artillería, hoy los tanques y mañana los cazas
supongan airadas quejas y amenazas desde Moscú que no se corresponden con una
respuesta firme en el campo de batalla más allá de bombardeos estratégicos o pequeños y costosos avances que no suponen ninguna ventaja significativa.
La guerra no está decidida, Artemovsk-Bakhmut no termina de caer pese a las constantes noticias que hablan de una victoria rusa que no se produce y que costará un precio de sangre inconcebible para cualquier Estado Mayor posterior a la Primera Guerra Mundial. La toma, de producirse finalmente de lo que quede de esta ciudad no supondrá un final para la resistencia de un ejército ucraniano armado hasta los dientes por la OTAN, resuelto a la lucha y conocedor tanto del terreno como de la táctica de su enemigo.
La
victoria rusa no rompería el frente de batalla, y Kramatorsk y Slaviansk seguirían quedando muy lejos tanto en distancia como en sangre. Si los ucranianos
mantienen la posición, lograrán otra victoria militar de gran eco propagandístico.
En cualquier caso habrán desgastado al
ejército ruso (no olvidemos que es el invasor/atacante) o mejor dicho al grupo Wagner
y podrán continuar con su programa de destrucción sistemática de la riqueza de la zona industrial del Donbas.
Gracias a las armas occidentales con mayor alcance tendrán casi todas las infraestructuras civiles a
tiro y continuarán castigando a la
población civil rusófila con mayor
crudeza e impunidad en lo que constituye un evidente proceso
de limpieza étnica. Una vez arrasado y despoblado de cualquier habitante
incomodo se aplicará ese plan Marshall
que anuncia la UE de reconstrucción de Ucrania y de dependencia económica para el fin de la guerra. Sólo una por ahora improbable
y aplastante victoria rusa lo impedirían.
Pero fue otra batalla anterior, la
de Kherson la que centró la atención del gobierno serbio. El propio
presidente Vucic vio estos combates como los que determinarían la guerra.
Incluso llegó a mencionar Stalingrado.
Como sabemos terminó con la retirada rusa de más de 30,000 soldados y miles de civiles que huyeron junto a ellos por miedo a las represalias de los soldados de su propio país que ya habían desencadenado tanto masacres de civiles sospechosos de ser prorrusos (quien es realmente ucraniano más allá de Galitzia) como ejecuciones de prisioneros rusos tras la debacle de Járkov donde los rusos fueron avasallados.
Los parecidos con la Operación
Tormenta que preparó la OTAN y ejecutó junto a la Croacia de Tudjman contra los
territorios de mayoría serbia en la Krajina no han pasado inadvertidos para los militares serbios . Esta derrota sin paliativos,
sumada a la todavía más amplia de Járkov ya mencionada además de otros reveses
en el Donetsk y el Donbás no solo supusieron el desprestigio absoluto del que se
presentaba como hombre fuerte del ejército ruso, Sergei Suroivikin, “el
Pacificador de Siria” sino un viraje para la política de Serbia. Sus militares bastantes más dúctiles y perspicaces
que los rusos vieron las similitudes con lo que se conoce ya en algunos medios
militares moscovitas como escenario croata. Han sabido valorar de forma
preclara las consecuencias y el estado real de las fuerzas rusas en
un teatro de operaciones similar a los de las guerras yugoslavas en el
que se desenvolvieron bastante mejor que los euroasiáticos.
Belgrado ha sufrido estos pasados meses
fuertes campañas de presión por parte estadounidense, con la policía militar
albanokosovar de fuerza intermediaria y el apoyo de amenazas económicas
constantes por parte de la UE, especialmente de la Alemania de los Verdes.
Serbia, está sola. Su camino a la UE empieza
a ser a ojos de su gobierno la única alternativa factible. Ello comporta el abandono programado de
Kosovo, su reconocimiento y posteriores conversaciones que tampoco le
brindarían la entrada en el espacio
común europeo. Sólo una integración en la OTAN la asegurarían. Con buques de
guerra de la OTAN fondeando en Montenegro sería el cepo sobre un mundo eslavo
con veleidades de independencia o simple supervivencia frente a la supremacía
occidental. Lo de Montenegro, debería servir de advertencia a Crimea y a unas
bases rusas que en pocos años podrían ser de la OTAN. si tal como está escrito
y analizado por cualquier militar competente, la OTAN lanza una ofensiva contra
Zaporiyia y Melitopol que parta en dos
las posesiones rusas en el oeste ucraniano.
Serbia y Ucrania a un año del inicio de la invasión rusa. Ucrania aún reconoce a Kosovo como parte de Serbia |
Vucic, sabe que Kosovo es irrenunciable para la mayor parte de la población serbia como también lo es el apoyo a Rusia. Pero también sabe que su posición entre ambos campos, empieza a estar cada vez más desnivelada. Las presiones para sumarse a los sanciones económicas contra Rusia, ha supuesto por un lado beneficios que recibe fondos y a miles de ciudadanos rusos pero también un freno para su integración en la UE e incluso una amenaza para mantenerse en el poder . La maquinaria de Bruselas sigue creando corrientes de inestabilidad, alarmismo mediático y peligro de intervención tanto en Kosovo como en la República Srpska de Bosnia amenazando con el espantajo de aliados de Putin. Tampoco hay que soslayar la merma de la capacidad de defensa aérea serbia frente a nuevas posibles amenazas de la OTAN ya que los baterías de mísiles antiaéreos rusos S-300 no han llegado por el embargo. El equilibrio del pequeño país balcánico bascula y no es el único.
China tendrá que reducir sus centros de interés e influencia en Europa debido a la agresiva campaña de expansión estadounidense en Asia que la está rodeando de bases. Cuatro más en las Filipinas y un millonario fortalecimiento militar tanto del ejército taiwanés, el japonés como del surcoreano. Los intercambios económicos post-covid y la dependencia energética de Rusia pueden ser su talón de Aquiles en poco tiempo del que EEUU sacará provecho. Biden ya esta restringiendo el acceso chino a los semiconductores en el mercado internacional y la activa gira internacional de Blinken trabaja para obstaculizar sectores económicos clave chinos. La excusa ideal ,las sanciones contra empresas chinas que tengan relaciones con las de su vecino ruso para socavar el apoyo diplomático chino e ir estancando la economía rusa a corto-medio plazo. Una guerra larga beneficia a los EEUU en todos los frentes.
El entramado económico ruso ha sido hasta
ahora mucho más eficaz que el militar. No obstante ninguna economía dedicada a
ser suministradora neta de materias primas puede subsistir sin una coyuntura que
lo permita. China e India parecen ser las claves, ¿pero que puede suceder de aquí en un
año?
Arabia Saudí ya ha empezado a vender petróleo al gobierno de Zelensky, Argelia reabre su embajada en Kiev. El mundo que aspiraba y deseaba hace unos meses otro orden mundial o una reivindicación de un necesario regreso de los “No Alineados” como salió de la última cumbre Árabe empieza mover ficha hacia destinos nebulosos pero más pragmáticos. No hay una potencia militar que pueda hacer vislumbrar un nuevo cambio de paradigma.
Y si
la guerra de Ucrania se anuncia como larga y de desgaste, por un bando ruso que
se ha equivocado prácticamente en todas sus decisiones, por el otro Biden dijo alto y claro que Estados Unidos
había llegado a Ucrania para quedarse y no se iría jamás. En Iberoamérica
conocen mejor el significado de esas palabras que en ningún otro lugar.
Belgrado
también es buen entendedor y vista la disparidad de fuerzas procura mantenerse en el alambre haciendo equilibrismos
y piensa en planes de contingencia. Pero eso no depende de ellos, su peso y
fuerza son más que relativas y el apetito de victoria y de humillación de
la UE y de EEUU demasiado voraz.
Un ejemplo de ello lo dio el mismo Alexander
Vucic. Explicó que su país sufrió amenazas de Bruselas para el acuerdo
entre Belgrado y Pristina: "Dijeron que las consecuencias de rechazar el
plan sería detener la integración en la UE. Algunos dirán '¡guau!',
tengo que recordarles que esto significaría la retirada de inversiones. Hoy,
80.000 personas trabajan en fábricas de propiedad alemana. También amenazaron
con una serie de otras medidas, incluida que Serbia se convertiría en un paria,
aislado del mundo".
El plan que se ha anunciado estos
días auspiciado por Francia y Alemania en el seno de la UE otorga la independencia de facto a Kosovo. La
expedición y reconocimiento de pasaportes, matrículas propias a la
provincia ocupada militarmente por la UE y OTAN de Kosovo y Metohija son una
clara muestra. Belgrado aplazará la firma todo lo posible, ya que depende de
dos frentes, el de la guerra de Ucrania y del interno con una
oposición por parte de la mayoría de la población. Extremo que vemos no sirve
de gran cosa cuando entran en liza los poderes occidentales como se aprecia en
el caso búlgaro, griego o moldavo, otro casus belli en curso y segundo o tercer
frente de esta guerra mundial por delegación contra Rusia.
Vucic pretende contemporizar su
firma y presentarse ante su opinión pública con dos grandes líneas rojas;
el reconocimiento de Kosovo en la ONU que entra en conflicto con el
artículo cuarto de los acuerdos y el de las Asociación de Municipios de Kosovo
habitados por serbios. La existencia de este órgano político contemplado
en las propias resoluciones de la ONU nunca ha sido tolerada por los albaneses de Kosovo ya que daría representatividad y cierto poder
legislativo a un colectivo al cual quieren erradicar. Esta negativa
sostenida podría dar aire a los serbios, pero resulta bastante ingenuo creer
que sean los albano-kosovares quienes decidan la suerte del tratado final.
A continuación los puntos
principales acordados:
Reconocimiento mutuo de sus respectivos
documentos y símbolos nacionales (pasaportes, diplomas, matrículas, etc.).
Respeto a la "igualdad soberana de
todos los Estados, a su independencia, autonomía e integridad territorial, al
derecho a la autodeterminación y la protección de los derechos humanos y la no
discriminación", tal y como recoge la Carta de la ONU.
Resolución de cualquier conflicto entre
las partes por la vía pacífica.
Serbia no se opondrá a la adhesión de
Kosovo a ninguna organización internacional.
Garantía de autogestión para la comunidad
serbia en Kosovo, como el apoyo financiero desde Belgrado y un canal de
comunicación directo entre los serbios y el Gobierno kosovar.
Formalización del estatuto de la Iglesia
ortodoxa serbia en Kosovo y protección de los lugares relacionados con el
patrimonio religioso y cultural serbio en base a los modelos europeos
existentes.
Misiones permanentes establecidas en la
sede de cada Gobierno.
Ambas partes han dado su visto bueno al
acuerdo pero persisten las discrepancias sobre su aplicación. Esto ocurre por
la demanda de Serbia de instaurar primero la Asociación de Municipios Serbios
en Kosovo, ZSO, antes de firmar el texto. En marzo se realizará otra reunión
para seguir negociando la implantación de dicho plan.
Aunque ha sido un miembro de la UE,Rumania el que más firme ha rechazado el reconocimiento internacional de la provincia serbia. Rusia ha sido tibia y España no se ha pronunciado al igual que la mayoría de países que se oponen.
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