Este parece ser uno de los lemas
propagandísticos predilectos del momento en los Balcanes por aquellos que
pretenden la integración de sus respectivos países en la UE.
La primera vez que lo oí fue en boca de un
político albanés, no recuerdo si fue el primer ministro o el ministro de
exteriores, tampoco conozco ni me voy a molestar en buscar en que minicumbre,
reunión o conferencia lo dijo. Cómo pueden apreciar no dedico el menor
esfuerzo ni de memoria ni de hemeroteca a dichas declaraciones.
Por dos razones:
La primera es por la intrascendencia. Ninguna
de las voces que repitan este lema son en realidad relevantes. Ya que son sólo
actores subordinados. Y aunque cambien las banderas de fondo, el idioma, o a
veces siquiera lo haga el acento. Todo responde a una iniciativa geopolítica
muy alejada de sus atribuciones más locales que regionales.
Segunda: Para no incurrir en la
reiteración y enumeración estéril que en nada ayudan a diferenciar el grano de
la paja.
El año ha empezado con la presidencia
rotatoria de la Unión Europea para Bulgaria. Es la primera vez que este país
balcánico lo hace, once años después de su integración. Aunque Bulgaria
persigue no sé en base a que su propio beneficio con la integración monetaria en la zona euro
presentando al menos sobre el papel cifras
extraordinarias que avalen su propuesta como un 6% de paro o un 1% de inflación este
optimismo de Sofía no parece ser tomado muy en serio por Bruselas. Que prefiere
con su tesis oficial enunciar que este
mandato será de especial importancia para los países que están a la espera de
la adhesión prevista para el 2025. Que no despierta ni pasiones ni unanimidad
entre los diferentes miembros de la UE.
A saber ,desde la capital comunitaria se
insiste en lo que ahora llaman Balcanes
Occidentales.
Concepto que se utilizó hace un tiempo, con la incorporación de las
antiguas repúblicas yugoslavas de Croacia y Eslovenia. Pero entonces incluía a
estos nuevos estados como Balcanes Occidentales, diferenciándolos claramente de
los orientales. Quienes precisamente postulan ahora por la entrada en tan selecto club.
La Antigua República yugoslava de
Macedonia, ha pasado de ser oriental, o ni siquiera eso, ya que parecía no
contar para nadie, a estar por delante de las aspiraciones de otros antiguo-orientales
como Serbia, Albania, Bosnia o incluso
Kosovo a la favorita y primera en la lista para su incorporación.
El cambio de gobierno, sucedido en esta
república yugoslava, favorecido por los intereses occidentales, en contra de
Rusia e incluso de un atisbo de mejora en sus relaciones con Serbia, así como
una reafirmación nacional frente a Grecia y ante el elemento musulmán albanes
le otorgaron carta blanca.
Su entrada en la OTAN, pese a la enormes
carencias macedonias ya se da por descontada. Y los trabajos de doma y compra
de conciencias, léase generadoras de opinión o barómetros están haciendo un
gran trabajo gracias a las técnicas mediáticas y apoyo financiero occidentales.
La mayor parte de sus habitantes o eso aventuran las encuestas europeístas
anhelan entrar en el área de intercambio económico europeo. Viniendo de un
estado pobre no debería extrañarnos. Pues vive o prácticamente lo hace,
de espaldas a sus vecinos, con excepción del elemento albanés que los presiona,
coarta, condiciona política y socialmente e incluso los ataca militarmente.
No obstante, este enemigo que aceptaron
como mal menor en aras de la destrucción de Yugoslavia, y de la desaparición de
la minoría serbia de la vida pública, será su nuevo compañero de la Unión
Europea. Hablamos de la matriz albanesa, no de su metástasis albanokosovar que
se extiende ya a amplias zonas del territorio autodenominado Macedonia y
también de Grecia.
Bulgaría, fiel aliado histórico, cultural
y político de Rusia ha visto recompensada su deserción del campo oriental con
la entrada en la UE. Pese a los problemas que tiene con su vecina ARYM a la que
ahora promete ayudar si bien sobre el papel y de forma poco entusiasta. Sabidas
sus apetencias territoriales, afinidad cultural y reclamaciones históricas
sobre las lindes macedonias. De hecho aún no ha explicitado de forma oficial su
reconocimiento del pueblo macedonio como sujeto político. Pero existen factores
más apremiantes que la mera lógica social, económica, o histórica. El factor
geopolítico se impone.
La entrada en la UE de Macedonia se
ha acelerado. La protección urgente que la UE ansía con la cual recompensar al
nuevo gobierno pro-occidental "macedonio “que ha coronado su peregrinar al
poder con ilegalidades más flagrantes de las que acusa al gobierno
derrocado y las supuestas maniobras rusas. Sin perder de vista como se
han denostado, hasta el grado de la descalificación de aquellos que sí tienen conciencia del peligro albanés, y
optan por la vuelta a los valores
tradicionales disfrazado de conservadurismo, defensa de la fe ortodoxa a las
que rápidamente se ha asociado al ultranacionalismo y en consecuencia no tienen cabida en los estándares y valores
europeos. Elementos que por el contrario son muy agradecidos para el proselitismo
islámico y nacionalismo granalbanés.
El gobierno de ARYM al cual podemos
calificar de socio populista filoalbanés y totalmente vendido a las potencias
occidentales está funcionando como motor de enganche en toda el área.
Hace pocos días vimos una gran
manifestación en Tesalónica, en la que más de 100,000 griegos rechazaban el uso
de la palabra Macedonia como denominación oficial de su pequeño vecino.
Para ellos son sólo yugoslavos, aquello
que voluntariamente renunciaron ser. Pese a ciertas concesiones del nuevo
gobierno de ARYM en el estricto ámbito de los simbólico, gran parte de la
población griega no quiere verse despreciada, despojada de su gran y única historia,
y de su eterna y heroica lucha por su supervivencia nacional por designios
absurdos, fantasiosos y mendaces. No obstante en las arenas políticas griegas,
pese a actos de profunda protesta diplomática. Resulta imaginable pensar en la posibilidad que los miembros de Syriza estén
contemplando ya concesiones a los macedonios, para evitar una mayor
agresividad hacia su gobierno. Intereses, quita de la deuda, inversiones,
protagonismo en los medios de comunicación que ya se pueden comprobar. Las
huelgas generales se siguen sucediendo sin ningún eco, así como los recortes
sobre la muy castigada población helena.
Otro tema fundamental para la estabilidad
en los Balcanes esta sobre la mesa:
El reconocimiento de Kosovo por parte
griega y su apoyo en la escena internacional es más que posible. Y ya se han
dado pasos en esa dirección. Quizá las promesas de mejores condiciones para la
minoría griega del Epiro albanés, tengan también su peso. Pero se antoja
como poner puertas al campo, cuando la idea de la Gran Albania, lejos de
aminorar, se expande y beneficia gracias a la política europea.
Es bastante aventurado incluir a ARYM,
Montenegro, Serbia y Albania como candidatos potenciales para entrar en
la UE y además englobarlos como Balcanes occidentales. Estas medidas dan
muestras del sinsentido, las prisas y la falta de un proyecto común y de
inteligencia política hacia esta región europea. Si estos son los Balcanes occidentales,
¿Dónde empezarán los orientales? ¿En Jordania? ¿Y a qué obedece tal arbitraria
y contradictoria acepción? ¿
¿Y por encima de todo a quién beneficia?
La inacción y desinterés de la nueva
administración estadounidense por esta parte de Europa. No quita que se formulen preguntas con
respuestas muy obvias. Una de ellas fundamental. Europa necesita contrarrestar
la gigantesca obra inversora china. Las grandes infraestructuras,
construcciones, contratos de transporte están en sus manos. Y superan
holgadamente a la de las potencias europeas. Y no me refiero al ferrocarril
serbio y su nuevo trazado sino al mismo puerto del Pireo, a que en Croacia, la
niña mimada de Alemania, China sea proporcionalmente la mayor inversora
extranjera en los últimos años y que en Bosnia Herzegovina los chinos hayan
superado como gallina de los huevos de oro a Arabia Saudí, sus nuevos y
pujantes señores, los elegidos, los de la fe correcta que se ven desbancados
por precios menores, menor intrusismo y sin peajes políticos.
Bruselas tiene claramente varios frentes
abiertos. Competencia económica, enemistad política y nueva guerra de bloques.
Todo en medio de un marasmo migratorio que está cambiando nuestro continente y
cuyas consecuencias ni son valoradas ni publicitadas. Y el eslabón débil de
Europa, es quien antes y más lo sufrirá.
Berlín sabe que los países del este, los
nuevos conversos no conforman por si mismos ningún mercado digno de tal nombre,
y su estabilidad y madurez política son despreciadas constantemente como
dictatoriales, ultranacionalistas, rayanas en la ilegalidad. Los casos de Hungría,
Polonia y ahora parece que quizá también el de la República Checa al no ser
netamente antiruso lo atestiguan.
Exceptuando el mercado polaco, por su
industria y numerosa población,(y por no olvidemos la siempre presente idea de
la mitteleuropa germana) el resto de países sólo han sido abrazados por la UE
por directrices de Washington que querían desmantelar la esfera de influencia
rusa en Europa, fraccionar la Europa eslava y oriental. Esto posteriormente ha
sido contraproducente para los intereses europeos. Polonia se ha convertido en
un socio rebelde y en un verdadero portaaviones político y militar (crisis ucraniana)
de EEUU como también Rumania.
Si bien en las críticas de los medios
reposan elementos verídicos para acusar a los gobiernos de estos países de
irregularidades y abusos, las críticas son muy parciales y olvidan elementos
vitales.
Y esto es válido también para los
Balcanes, sean cuales sean sus coordenadas y denominaciones, pueda parecer
que estemos hablando de un nuevo reparto colonial. Estos diminutos países
no ven cuestionada seriamente su corrupción, discriminación, cifras falsas, su económica
ineficaz y desestructurada en aras de grandes intereses ajenos. Que pueden construir, especular, y revenderles,
lo que les compran a un precio menor. Pueden imponerles cuotas, regarles con
ayudas y subvenciones, pero también con multitud de productos de afuera. Así
pues veremos productos españoles, italianos o alemanes de ínfima calidad
que no tienen cabida en los supermercados de sus respectivos países pero
son omnipresentes no sólo en grandes superficies o supermercados sino
incluso en pequeñas tiendas de estos países. Y mayor es el agravio cuando
comprobamos que ninguno de los productos de los nuevos o
futuros socios se venderá a nadie más allá que a su vecino inmediato. Y
eso formando parte de un mercado común. Es por ello que me permití frivolizar
en cierta manera sobre el colonialismo.
Termino no tan trivial cuando vemos que
para la destrucción de Yugoslavia y posterior redibujo fronterizo se utilizaron
de forma tan grosera como visible en la Comisión Badinter los mismos principios
que para la descolonización de los países del África negra. Esta fue la
apreciación europea hacia los habitantes de los Balcanes, orientales,
occidentales y centrales yugoslavos.