Eduardo J. García.
“La transición capitalista representa la catástrofe más grande sufrida nunca por una sociedad industrial en tiempo de paz.”
Aleksandr Solzhenitsin
“La desintegración de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX.”
Vladimir Putin
El 25 de Diciembre de 1991 Mijaíl Gorbachov anunció su dimisión como Presidente de la Unión de República Socialistas Soviéticas.
La hoz y el martillo fue sustituida en las torres del Kremlin por la bandera rusa, como símbolo último de la victoria del nacionalismo y de la patética agonía del aparato comunista.
74 años de un régimen que llenó de ideales millones de corazones, de un hipotético modelo social, económico y político que no sólo debía competir con el capitalismo sino derrocarlo en base a la justicia social y a la dignidad proletaria. De un sistema cuyos logros y conquistas sociales han sido copiados y en gran parte diluidos por los países occidentales que fueron y son sin duda los grandes beneficiados de los logros obtenidos con la revolución rusa y la apocalíptica victoria contra el fascismo.
El añorado Peter Gowan nos dejó una muestra de su portentosa inteligencia de impecable razonamiento y providencial:
El añorado Peter Gowan nos dejó una muestra de su portentosa inteligencia de impecable razonamiento y providencial:
“Sin la existencia de la Unión Soviética, el estado de Bienestar europeo será gradualmente desmantelado”
Son evidencias incontestables a pesar del revisionismo y de una clara voluntad anglosajona y eurocéntrica de despreciar los éxitos de la gran potencia que intentó labrar su propio camino y cuya heredera Rusia sigue intentando establecer una Eurasia alejada de los centros de poder mundiales.
Obviamente esto no es muy bien valorado por los medios de comunicación, ni por la presión militar del gobierno Obama con su despliegue armamentístico, leáse “escudo antimisiles” a las puertas de Rusia, a la que dice defender y cuyos créditos electorales a buen seguro sabrá utilizar Putin en las próximas y esperemos reñidas elecciones.
Obviamente esto no es muy bien valorado por los medios de comunicación, ni por la presión militar del gobierno Obama con su despliegue armamentístico, leáse “escudo antimisiles” a las puertas de Rusia, a la que dice defender y cuyos créditos electorales a buen seguro sabrá utilizar Putin en las próximas y esperemos reñidas elecciones.
74 años asociados a las inolvidables imágenes de la toma del Palacio de Invierno de mano del genio Sergei M. Eisenstein y su Octubre, al realismo socialista, a Gorki, Shólojov y Platonov,a los imponentes desfiles militares en la Plaza Roja, a la ayuda internacionalista, a la toma de Berlín, al Sputnik, a Gagarin, Tereshkova, y la estación espacial Mir .
Además de tantos y tantos éxitos cosechados en el mundo de las artes y de las ciencias, a una educación y cobertura sanitaria infinitamente superiores a las que poseen la mayor parte del mundo incluyendo muchos de los antiguos países del bloque socialista.
Además de tantos y tantos éxitos cosechados en el mundo de las artes y de las ciencias, a una educación y cobertura sanitaria infinitamente superiores a las que poseen la mayor parte del mundo incluyendo muchos de los antiguos países del bloque socialista.
No obstante es imposible olvidar que el despiadado poder instaurado por Stalin siempre acompañó a la Unión Soviética pese a reformas posteriores. La URSS fue también la tumba de sueños, ideales, y de millones de comunistas que fueron sepultados por paladas de cal, gulags y balas en la cabeza.
¿Pero que impulsó el desmoronamiento soviético?
Con el 20 aniversario de su hundimiento sufriremos un aluvión de artículos, reportajes y documentales. Nos repetirán una y otra vez la misma historia. Que si los gastos de la carrera armamentística, los deseos democráticos de la sociedad??????, el amanecer de los pueblos oprimidos por el yugo comunista, la crisis económica, la retirada de Afganistán , el golpe de estado contra Gorbachov, el modelo productivo, bla, bla,bla…
Serán pocos los que nos explicaran como Yeltsin, el heroico y decidido político que cambio la bandera del PCUS para envolverse en nacionalismo ruso fue solamente el mayor aprovechado y beneficiado de la situación, en ningún caso el detonante.
Su absoluta preponderancia sobre la figura del débil Gorbachov le llevó a destruir la Unión Soviética en la reunión de Belovezhie el 8 de Diciembre en la cual los presidentes regionales empezaron el reparto del pastel abjurando del socialismo, manteniendo sus puestos de poder sobre las ahora repúblicas independientes y desmantelando la posibilidad de unas relaciones comerciales y culturales sólidas al cambiar la URSS por la CEI, un cascarón vacío sostenido por las arcas rusas.
Pero posiblemente menos aún o nadie recordará la descomposición étnica y territorial que se produjo en 1988 entre Armenia y Azerbaiyán que condujo a una guerra todavía latente. Tampoco se hablara del experimento económico de medidas capitalistas que pusieron en marcha los dirigentes de las juventudes comunistas desde 1986 impulsadas por la Perestroika que serían el vivero de grandes fortunas y futuros oligarcas. Ni del desastroso programa de los 500 días que con colas quilométricas y almacenes y farmacias desabastecidos hizo que Gorbachov fuera uno de los personajes más odiados de Rusia, mientras era admirado en Occidente por permitir la reunificación alemana, tolerar la independencia unilateral de las repúblicas bálticas, ceder en la gravosa carrera misilística y poner las bases para un programa de desindustrialización que culminaría Yeltsin y sus gobiernos.
Por supuesto la idea de que China fue el contrapeso ideal a la URSS buscada por las inversiones occidentales y la apertura del mercado oriental no será ni mencionada.
Por supuesto la idea de que China fue el contrapeso ideal a la URSS buscada por las inversiones occidentales y la apertura del mercado oriental no será ni mencionada.
La URSS había perdido la carrera de la tecnología informática y de bienes de consumo, la crisis era acuciante, el descontento militar era enorme tras la derrota afgana y la dejación intrafronteriza terminaría con el estallido de varias guerras.
El gobierno soviético estudiaba seriamente pedir más créditos y fondos a los organismos occidentales. Indudablemente eran momentos muy dramáticos, de difícil equilibrio. No obstante el 17 de Marzo de 1991 se convocó un referéndum en la URSS o lo que quedaba de ella, los bálticos, Moldavia, Georgia y Armenia no participaron, en el cual se formuló la supervivencia de la URSS bajo reformas. El 80% voto a favor.
Pero la inoperancia de Gorbachov seguido por un partido que no creía en sus reformas, lastrado por un golpe del que aún queda mucho por saber, y por un cambio de chaquetas de comunistas de línea dura a nacionalistas neoliberales pasmoso que tuvo también su claro equivalente en Yugoslavia. ¿Por qué no a un socialismo de “rostro humano” o a una socialdemocracia?
La Glasnost murió con la URSS. La pluralidad, el reconocimiento de culpas y errores del pasado, la libertad de pensamiento y la multiculturalidad no tuvieron continuidad formal en ninguna de las repúblicas que enseguida adquirieron rasgos despóticos, fueran de signo nacionalista o islámico. La discriminación sufrida por la población eslava por parte de letones y estonios es desde luego el talón de Aquiles, uno más, del supuesto hombre fuerte ruso, Vladimir Putin.
La explosión creativo-artística de los ochenta palideció ante el sálvese quien pueda de las privatizaciones, las estafas piramidales, las mafias, la inflación galopante y una criminalidad desbocada que afectó a todos los segmentos de la sociedad.
De hecho las cifras del PIB soviético y las cifras productivas de su ineficaz agricultura de 1991 aún no han sido superadas por las de sus herederas. Hecho muy revelador de las prioridades y capacidades reales de quienes acometieron la transición al capitalismo.
“No tuvimos en cuenta que desmantelar el aparato comunista también significaba desmantelar el estado. Hemos contribuido a crear un desierto institucional en una cultura del engaño, de economía sumergida, de rapiña, de los privilegios heredados de los comunistas”.
Palabras de Michael Camdessus sobre Rusia. Exdirector del FMI.
El Sida, la tuberculosis se multiplicaron por 15 en lo que había sido la antigua Unión Soviética.
El sistema educativo, uno de los baluartes del socialismo se derrumbó, las redes asistenciales, las pensiones, destrucción de millones de puestos de trabajo. Todo se desmoronó. Centenares de miles de víctimas por guerras espurias, millones de desplazados, fronteras artificiales cuya inviolabilidad ha sido avalada por la OSCE y la Comunidad Internacional pese a que durante la URSS se cambiaron más de 90 veces.
Y todo por que la Unión Soviética era inviable e incapaz de sobrevivir en la nueva era.
Un país cuyo gobierno nació en medio del peor frente de la Primera Guerra Mundial, que conllevó una revolución que se convirtió en una devastadora guerra civil con ramificaciones e intervenciones internacionales. Bloqueo económico. Hambrunas espantosas.
Una forma de gobierno que fue vista como la única alternativa viable y realmente opuesta al fascismo que despertó simpatías entre las clases trabajadoras de todo el mundo. Una unión que resistió las purgas estalinistas, la invasión más despiadada y cruel de la historia de la humanidad que no en vano y con todo el derecho es llamada guerra patriótica, que se mantuvo con la durísima crisis del petróleo y Breznev, que supo lidiar con serios conflictos fronterizos con China que casi desembocan en una guerra.
Por no hablar de los desastres ecológicos y humanos de Chernobyl y el Mar de Aral. Y todo para ser vencida por USA, los escaparates luminosos y la libertad del pueblo. Es un lema difícil de creer e imposible de vender hasta para el más avezado y goebbelsiano propagandista. Pero lo han conseguido.
Una forma de gobierno que fue vista como la única alternativa viable y realmente opuesta al fascismo que despertó simpatías entre las clases trabajadoras de todo el mundo. Una unión que resistió las purgas estalinistas, la invasión más despiadada y cruel de la historia de la humanidad que no en vano y con todo el derecho es llamada guerra patriótica, que se mantuvo con la durísima crisis del petróleo y Breznev, que supo lidiar con serios conflictos fronterizos con China que casi desembocan en una guerra.
Por no hablar de los desastres ecológicos y humanos de Chernobyl y el Mar de Aral. Y todo para ser vencida por USA, los escaparates luminosos y la libertad del pueblo. Es un lema difícil de creer e imposible de vender hasta para el más avezado y goebbelsiano propagandista. Pero lo han conseguido.
Y lo peor del caso, además del sufrimiento deliberadamente ignorado de los 25 millones de rusos que han quedado fuera de sus fronteras o de los diez millones de personas desaparecidas en Europa Oriental durante la época de aplicación de la terapia de choque según la ONU, es que nadie parece cuestionarlo, ni buscar las causas, las verdaderas y complejas, no las complementarias o folclóricas que todos sabemos recitar de memoria.
Los ejercicios de geopolítica, el encadenamiento de errores de todos los actores requieren un esfuerzo y una honestidad intelectual que pocas voces quieren brindarnos, pero que sí existen y el ignorarlas nos convierte en cínicos seguidores de esa horrible máxima:
Los ejercicios de geopolítica, el encadenamiento de errores de todos los actores requieren un esfuerzo y una honestidad intelectual que pocas voces quieren brindarnos, pero que sí existen y el ignorarlas nos convierte en cínicos seguidores de esa horrible máxima:
“La historia la escriben los vencedores”.