Durante
la última semana del pasado mes de septiembre la tensión se incrementó en la
pseudo-frontera entre Serbia y su provincia de Kosovo y Metohija, Esto sucedió
tras la decisión unilateral por parte de los dirigentes albanokosovares de
Pristina, capital de la autoproclamada república de Kosovo, de prohibir la
entrada a su territorio (ocupado por las fuerzas de la OTAN) de todo vehículo
con matrícula serbia. La zona de Kosovksa Mitrovica con población
mayoritariamente serbia no sólo aguantó el envite, enésima provocación y
conculcación de sus derechos, que otros conciudadanos de afiliación serbia, o
no albanesa musulmana radicados en otros enclaves más amenazados y aislados no
están en disposición de hacerlo. Sino que se rebeló contra tal medida que no sólo afecta a sus
derechos elementales como el de libertad de movimiento sino además el de la
propia integridad personal al poder quedar en zona hostil habiendo sido
declarados por el para-gobierno autónomo albanés como delincuentes.
El propósito de los herederos
del UÇK era manifiesto; la asfixia económica sobre el comercio, abastecimiento
básico y libertad de bienes entre los
habitantes serbokosovares de todo el territorio así como un buscado
reforzamiento del control de las zonas aledañas a Serbia, la vía con mayor tráfico
de bienes y mercancías y sobre la que graban continuamente nuevas tasas e
impuestos.
Este enésimo castigo a la población
serbokosovar vino acompañada de un despliegue de una reforzada policía armada
albanokosovar que hace las veces de fuerza armada. Afortunadamente mucho menos
capaz, agresiva y numerosa que el UÇK de antaño. Hecho que suponemos debe mucho
a los ficticios postulados impuestos por las directrices europeas que la
supervisan y financian para equipararla como fuerza de orden legítima y
democrática.
Sin embargo la apuesta
albanokosovar erró en sus cálculos .Quizá pudo sorprenderles la contundente
respuesta serbia con movilización de fuerzas militares, tanto terrestres como
aéreas, la declaración del estado de alerta en las poderosas agrupaciones
armadas enviadas al control efectivo de los límites con la zona albanokosovar
tutelada por la OTAN y la firme y decidida postura del gobierno serbio
apoyándose en leyes nacionales, internacionales y resoluciones de la
ONU. Pero lo que no esperaban en Pristina es que tras el toque a arrebato serbio,
fuera Belgrado desde donde se llamase a
la acción a las
tropas de la OTAN para que controlasen la situación en los pasos
administrativos de Jarinje y Brnjak como efectivamente hicieron desplazando a la policía armada kosovar y normalizando el tráfico entre ambas
lados.
La diplomacia europea hizo a su
vez cambiar los mensajes en principio belicistas no solo del primer
ministro de la autodenominada republica de Kosovo, Albin Kurti sino también del
vocinglero presidente albanés, furibundo defensor de la Gran Albania. Úrsula
Vanderleyen se felicitó de los avances en el diálogo entre las partes serbias y
albanokosovar para la resolución del conflicto, dejando al margen los fallidos
intentos albaneses y exculpando a Serbia, el viejo demonio de la escalada de tensión que retiró sus efectivos de la zona tan pronto Bruselas dio garantías no sin antes hacer una contundente declaración de intenciones:
"Estaremos esperando 24 horas para que reaccione como OTAN. Y sólo si después de esto continúa el pogrom de nuestra población, Serbia reaccionará y no permitirá lo que sucedió en la década de 1990 y en 2004"
También ha resultado clave la
postura de Eslovenia durante la presidencia de la UE que
apoya a Serbia para su pronta adhesión como paso
fundamental para la inclusión del resto de los Balcanes
Occidentales en Europa. Que se suma a sus intereses comerciales y culturales,
sus disputas con Croacia, y su algo más que tácito
reconocimiento a su política regional tanto en la guerra de Bosnia como en su conflicto territorial en Kosovo y su visto bueno al reparto territorial.
Aspectos no lo suficientemente
contemplados por una clase política albanokosovar, más pendiente ya de
las posibles implicaciones derivados del juicio de Thaçi
y de la inacción de la nueva administración Biden que parece haber llegado mal
y tarde para sus apadrinados.
Así pues aunque este
episodio se ha saldado con una victoria diplomática serbia que pronto verá
ampliada la lista de países que se retractan del reconocimiento de Kosovo,
las amenazas a la estabilidad y paz no dejan de sucederse por parte
albanokosovar. En esta ocasión el escenario del conflicto es Valac, zona del
norte de Kosovo perteneciente a la red de municipios serbios de Kosovo cuya
autonomía ha sido desafiada por Ramush
Haradinaj que ha amagado con una invasión militar y poner fin a una
muy limitada autonomía serbokosovar local reconocida incluso por la Unión
Europea. Hay informes que hablan de tropas
de combate británicas en la zona para prestar cobertura a las fuerzas
albanokosovares.
El presidente serbio, Aleksandar
Vusic, ya se ha dirigido a instancias comunitarias para denunciar la
situación de una escalada que parece más obedecer a luchas intestinas en
Pristina que a un plan real en el cual las tornas han cambiado y los
albano-kosovares por el momento tienen todas las de perder. La Europa y el
mundo actual poco tienen que ver con el fatídico año 1999.
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