Gracias a la prensa extranjera hemos podido saber de la polémica suscitada por la información publicada en el periódico kosovar Demokracia.com a finales del pasado mes de Mayo, en la que se decía que el gobierno de España abriría una oficina de enlace en Pristina.
Esto se produciría
dentro de un intercambio político de la mano de Josep Borrell Alto
representante de Asuntos Exteriores de la UE con el cual se premiaba así
el supuesto papel constructivo y dialogante del nuevo líder albanokosovar de
Kosovo y Metohija, Alvin Kurti.
Pese al mutismo al respecto en nuestra prensa, esta información ha sido completamente refutada
por fuentes de Exteriores del gobierno español comunicadas a la prensa
kosovar.
Quizás este
malintencionado embuste se explique tras la reciente visita
del Ministro
de Exteriores de Grecia(país que tampoco reconoce a Kosovo)a Pristina
para abrir una oficina de carácter comercial pero también político en una
región que sigue sin reconocer como país de manera oficial, pese a que estas
acciones , enmarcadas en una campaña de apoyo a Kosovo para su entrada en la UE
rompen con el comportamiento mantenido hasta el momento por Atenas. Este cambio
de actitud heleno, netamente entreguista a voluntades ajenas no parece
ser más que el descenso de otro peldaño tras el mucho más
doloroso reconocimiento de la Antigua República Yugoslava de Macedonia
como país de pleno derecho. Enmarcado en un nuevo impulso de la UE hacia los
llamados "Balcanes Occidentales", en el cual un país tan empobrecido
y endeudado como Grecia ha dejado de tener el peso que siempre ha ostentado por historia
y posición.
Hemos de suponer
que ciertos sectores albanokosovares han hecho sus cábalas y paralelismos,
alimentados por el precedente que supuso la celebración del partido de futbol
clasificatorio para el Mundial 2022, al cual España accedió finalmente
pese a cosméticas imposiciones, y en el que el equipo kosovar, más albanés que
otra cosa utilizó los emblemas separatistas echando por tierra la política de
no reconocimiento absoluto del anterior gobierno de Mariano Rajoy.
Esta apuesta
kosovar en un mundo de desinformación llama la atención, ya
que el 4 de Mayo, fueron recibidos en Madrid los ministros
serbios de exteriores serbio, y el de Defensa, dato especialmente
significativo, en el cual la Moncloa apoyó de forma fehaciente la integridad
territorial de Serbia y su apoyo a la adhesión a la UE. Apenas una
semana después del extraño episodio
esloveno del reajuste fronterizo y
territorial entre Serbia y Kosovo.
No obstante hay cierto
grado de sospecha en la postura que tomará el gobierno de Pedro Sánchez llegado
el momento. La sombra del reconocimiento español planea por momentos.
Su propio papel personal en Bosnia durante la Guerra de
Yugoslavia y la incomprensible cesión en asuntos deportivos, que no nos
engañemos son mera política auguran cambios en la postura española sobre
Kosovo. Hay que añadir su gran debilidad interna y su tibieza frente a
una Bruselas a la que ha hipotecado el país. Sin olvidar el
sometimiento obligado a la administración Biden y la Otan sólo
enturbiados por la legitima negativa a desarrollar maniobras militares
con el Africacom en tierras saharauis por el que a buen seguro se pagará un
alto precio.
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