La sinrazón, el baño de sangre causado por la barbarie islamista,
la ignorante escoria que la pretende justificar sea desde el rigorismo coránico
o desde la estulticia de esos que se autoproclaman como izquierda, hace muy
difícil no ya hacer un balance sobre los hechos, sino acertar a escribir un
artículo sin dejarse llevar por el rechazo al cinismo político, a la más brutal
de las religiones o a los meros sentimientos.
Por un momento dejaremos de lado las imágenes de los
pilotos rusos asesinados de forma atroz gracias a la injustificada acción
hostil de un miembro de la OTAN y protector de la oposición armada siria.
Por un segundo olvidaremos el avión ruso lleno de ciudadanos dispuestos a disfrutar de unas vacaciones y encontraron el infierno,el mismo que las
hienas del fundamentalismo islámico desencadenaron en la que siempre ha sido la
verdadera capital de Europa. Nuestro sincero pésame a todas las víctimas. Sin peros de ninguna clase.
Pero algunas víctimas y juicios nunca tienen el
protagonismo ni la relevancia de otros. Y más cuando el paso de los años,y el
desgaste político de sus protagonistas los sepultan en un recuerdo difuminado.
La borrosa memoria de la mentira, del discurso falso imperante,el de la historia
oficial. Es decir el del vencedor. Aunque el paso del tiempo también erosiona las
mentiras, y el simple devenir de los días no corrobora las que en su momento
fueron verdades irrefutables,causas justas y hechos irrevocables.
En la Haya, el juicio a Ratko Mladic continúa. Y que esto
suceda ya es noticia en sí mismo, tanto por el estado del acusado, enfermo de cáncer, que el Tribunal Penal para la Ex-Yugoslavia exista todavía, cuando su cierre viene anunciándose desde hace años como por todo lo acaecido últimamente.
Dusan Dunjic uno de los testigos de la defensa fue encontrado muerto en extrañas circunstancias hace poco más de un mes en un hotel de la ciudad holandesa. Las causas aún no han sido aclaradas. El fallecido ya había formado parte de la defensa en otros procesos judiciales contra militares y políticos serbo-bosnios como experto forense. El testigo anunció antes de su inexplicable defunción que iba a presentar pruebas muy firmes que evidenciaban que el número de víctimas por armas de fuego exhumadas de las fosas comunes de Srebrenica eran de entre 400-500 personas. Cifra que ni siquiera alcanza el 10% de lo declarado por las autoridades de Sarajevo y del Alto Representante.
Dusan Dunjic uno de los testigos de la defensa fue encontrado muerto en extrañas circunstancias hace poco más de un mes en un hotel de la ciudad holandesa. Las causas aún no han sido aclaradas. El fallecido ya había formado parte de la defensa en otros procesos judiciales contra militares y políticos serbo-bosnios como experto forense. El testigo anunció antes de su inexplicable defunción que iba a presentar pruebas muy firmes que evidenciaban que el número de víctimas por armas de fuego exhumadas de las fosas comunes de Srebrenica eran de entre 400-500 personas. Cifra que ni siquiera alcanza el 10% de lo declarado por las autoridades de Sarajevo y del Alto Representante.
La opacidad informativa, incluso el vocabulario utilizado
por las autoridades oficiales y judiciales no hace más que abonar la sospecha,
de unos hechos, que o mucho nos equivocamos o no se esclarecerán, otra de las
constantes de la guerra civil yugoslava, especialmente en todo lo relativo a
Bosnia y Herzegovina. Y especialmente en todo lo que concierne a la masacre de Srebrenica.
Sin embargo esta semana, el antiguo Secretario General de
las Naciones Unidas para Yugoslavia en 1994-95 Yasushi Akashi ha
vuelto a incidir en la línea díscola. Aquella que no contempla la causa
separatista-islamista bosnia ni sus comportamientos ni aliados como los únicos
válidos.
Estados Unidos y el bando bosnio-musulmán consideraron en
1994 y en 1995 que la firma de un alto el fuego como el propuesto por el plan
europeo Vance-Owen en varias ocasiones, como confiesa el mismo Owen en su
imprescindible Balkan Odissey, eran inaceptables.
Las milicias serbo-bosnias ocupaban un 80% del territorio bosnio. Tras la firma de Dayton el 49%.
Las milicias serbo-bosnias ocupaban un 80% del territorio bosnio. Tras la firma de Dayton el 49%.
Antes de la guerra la población de afiliación serbia ocupaba prácticamente
un 70%.
Así la guerra se alargó en un año y miles de muertos
más para obtener los resultados deseados por Izetbegovic y sus protectores
estadounidenses.
Akashi reconoció la activa asistencia militar que recibió
el bando-musulmán por parte de Estados Unidos, Alemania y algunos países
islámicos.
También denunció que las zonas seguras de Srebrenica y
Sarajevo nunca fueron desmilitarizadas por los musulmanes aunque esta era una
condición acordada por ambas partes en los tratados para el
establecimiento de dichos enclaves.
Respecto al espinoso asunto de la matanza de Markale de
1994, Akashi no se decanta por ninguno de los bandos. Ya que considera que la
comisión de investigación de ese crimen de guerra. No excluía a ninguno de los
dos bandos, y que cualquiera la pudo hacer, "pese a que los medios
internacionales sólo culparon a los serbios.".
Otras opiniones como las de oficiales de alta graduación indios o rusos resultaron bastante más contundentes, o las reticencias mostradas por Lord Owen e incluso Stoltemberg.
Entre la formulación de cargos presentados contra Mladic se
le acusa de ser el autor de este ataque que mató a sesenta y seis civiles y
dejó a más de un centenar de personas heridas. A los que hay que sumar
persecución de bosnio-musulmanes y bosnio-croatas que se convirtió en genocidio
en seis municipios. Además del genocidio de Srebrenica, aterrorizar a la
población de Sarajevo, y la toma de rehenes entre el personal de la ONU.
El abogado defensor de Mladic, leyó un extracto del libro
que el señor Akashi dedicó a sus memorias, en el cual se decía lo siguiente:
"El presidente Clinton y su administración eran
propensos a ver a los bosnio-musulmanes de Sarajevo como los buenos y a
los serbios como los malos".
Akashi ha sido acusado por defensores de la causa bosnio
islamista y a instancias del propio gobierno de Sarajevo, como de "gran
serbio", o arquitecto de la matanza de Srebrenica.
Antes de Yugoslavia, estuvo como supervisor en las
conversaciones de paz en Camboya y las elecciones que le siguieron en
1993.
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