El
pasado día seis de Junio, el derecho internacional sufrió otro atropello más
por parte de la Alianza
Atlántica al impedir tres países miembros el paso del avión de la
misión diplomática rusa encabezada por el Ministro de Exteriores ruso Sergei
Lavrov con destino Belgrado. Esta era una visita de vuelta tras
la firma en Moscú de un acuerdo comercial entre Serbia y Gazprom que
garantiza al país balcánico suministro de gas ininterrumpido durante tres años
a un precio por debajo del mercado.
El ministro de exteriores ruso concluyó tras el desvió aéreo:
”La línea de Bruselas en los Balcanes y en Ucrania es
esencialmente la misma. Sólo en los Balcanes, la Unión Europea favorece a
aquellos que infringen los intereses de los serbios, y en Ucrania, la OTAN y la
Unión Europea apoyan a un régimen que hace tiempo declaró la guerra a todo lo
ruso".
Aunque este análisis encierre gran parte
de verdad en sus palabras soslaya los denodados esfuerzos diplomáticos del
gobierno serbio por mantener el equilibrio entre la Unión Europea a la que
aspira integrarse y Rusia, referente no sólo cultural sino también energético.
Preocupación compartida por otros países europeos como Italia y Austria que no
dudan en buscar alternativas de pago y suministro de las materias primas y gas
rusos con el gobierno de Moscú o intermediarios afines.
Conocedor de la nueva política energética
de la UE ideada por EEUU, ineficaz, más cara y que no garantiza las necesidades
del país, el presidente serbio sigue insistiendo en una línea política
multilateral de entendimiento que no le condene:
"Si se detiene el tránsito de gas
ruso a Europa, el aumento de los precios de la electricidad se convertirá en un
“infierno para todos. “Ya estamos mirando con horror lo que está pasando en el
sector energético. Imagine el peor de los casos: Rusia, por la razón que sea,
corta el suministro de gas, no a nosotros, sino a Europa. O alguien no paga en
rublos, o ya no quiere. Con escasez de gas, el precio de la electricidad sube a
320-350 euros por megavatio, esto es un infierno para todos”
Pese a los buenos oficios y a las llamadas
al interés general (europeo) Serbia se enfrenta a la presión constante de
Bruselas que no sólo no olvida su pasado como baluarte yugoslavo y socialista, sino que
además penaliza su buena relación con Rusia. Basada esta en unas esporádicas buenas relaciones y en unos lazos
históricos y religiosos que comparte con casi la mitad de Europa a quienes el
país euroasiático liberó del dominio otomano y que ahora engrosan las filas
atlantistas y envían armamento soviético a Ucrania para matar soldados rusos.
Belgrado se ha quedado solo.Se ha
convertido en una rara avis,en una voz independiente y valiente. No se puede calificar de otra manera su comportamiento al rechazar las fuertes y
reiteradas presiones del canciller alemán Olaf Scholz para que se unan a las
sanciones contra Rusia. Como tampoco tuvieron éxito las primero súplicas y
después amenazas de Kiev para que condenarán los ataques rusos. Serbia esgrimió el
quid pro quo, lo harián cuando Zelensky condenase los bombardeos de la OTAN en
1999 sobre Serbia. Evidentemente esto no ha sucedido ni sucederá mientras el
líder de la rada ucraniana sea un títere de la coalición.
Nos encontramos ante una
diplomacia que retrotrae a la de los Países No Alienados. Una política entre
bloques tantas veces despreciada en los últimos tiempos por políticos y
analistas occidentales que sin embargo vive ahora un renacimiento con los
BRICS. Organización que no sólo superan holgadamente en
fuerza económica y población al G7 sino que conforman la abrumadora mayoría de
voluntades, opiniones y vidas en el mundo. Argentina e Irán ha pedido esta misma
semana su integración en el grupo.
La Serbia que hoy vemos acosada y
despreciada en la UE por no querer sanciones comerciales contra una Rusia
con la que mantiene acuerdos comerciales como también los tiene con otros países miembros de la Unión
Europea, tiene memoria. Recuerda lo que sucedió en la década de los 90, no
puede olvidar quien ayudó a la destrucción de Yugoslavia y sobre todo quien
mató a miles de civiles, bombardeando hospitales, zonas residenciales,
guarderías, puentes, convoyes de refugiados, trenes civiles y centrales
eléctricas. Fue la OTAN organización a la que siempre se ha negado a adherirse y que le supone en puridad su exclusión perpetua de la Unión Europea pese
a sus múltiples esfuerzos y avances.
No en vano desde el inicio de la
guerra en Ucrania, la población serbia lo ha entendido y las opiniones
euroescépticas superan por primera vez en décadas a las europeístas.
Serbia no es el único país en el cual el
posicionamiento estadounidense y europeo en esta guerra ha hecho bascular
simpatías y estados de opinión. Pese a la formidable maquinaria mediático
propagandístico atlantista, el mundo ortodoxo apoya mayoritariamente a Rusia en
el conflicto. Son mayoría social desde Grecia hasta la beligerante
Georgia.
No obstante es Serbia la que está en el
punto de mira, rodeada por países de la OTAN que estrechan el cerco sobre ella
o así lo obligan las directrices de la Alianza Atlántica.
De los tres países que impidieron el vuelo
de la misión rusa a tierras serbias, uno ya está en proceso de cambio,
Bulgaria. El actual gobierno prooccidental y corrupto ha perdido la
moción de censura, y a menos que otro golpe "suave" auspiciado por la
OTAN lo impida con alguna sucia maniobra, la oposición abierta e históricamente
pro rusa ganará las elecciones. Pesa mucho en la opinión pública búlgara
el comportamiento de los refugiados ucranianos y su desacralización de lo
ortodoxo y el vandalismo hacia los monumentos a la memoria de los soldados
soviéticos.
Otro de los socios es Montenegro que sufrió los bombardeos de la OTAN cuando formaba parte de Yugoslavia en 1999 con graves pérdidas humanas y materiales y sólo tras un turbulento proceso electoral con injerencias externas se aprobó su entrada en la alianza. Una asociación largamente deseada por los estadounidenses que dejó sin salida al mar y sin flota a Serbia y eventualmente a su "aliada" Rusia. Jugada que no les salió tan redonda con esta última en el mar negro en 2014 y en la actualidad.
Cuando el eterno presidente montenegrino Milo Djukanovic veía amenazado su
puesto hubo un extraño golpe supuestamente pro ruso que no supuso
una ruptura en el clan gobernante desde su separación de Belgrado. Hoy se
enfrenta a serios problemas de supervivencia política por la crisis
económica y la contestación popular que sólo la OTAN puede
apuntalar, como ya lo hizo con la ilegal e inviable
independencia de este antiguo reino serbio y posterior república
yugoslava.
En la siempre desunida Antigua República
Yugoslava de Macedonia , excluida para su adhesión a la UE por la
negativa búlgara pese a ser aliados teóricos , gana fuerza el rechazo a
la OTAN y los sentimientos pro serbios de parte de un importante segmento de
la población de este territorio siempre invisibilizada frente a los
estamentos nacionalistas macedonio y albanés.
Así pues los Balcanes ocuparán
próximamente portadas de prensa y preocupaciones de los portavoces de las democracias occidentales por la inestabilidad de sus nuevos gobiernos, el
peligro que suponen estos aliados de Putin para la integridad de Europa y la
paz mundial; y el auge de nuevos nacionalismos excluyentes que
compararan con el presidente húngaro Víctor Orban pero ya no
con el polaco.
El flanco de los Balcanes a buen seguro ha
tenido cierto protagonismo en la cumbre de la OTAN que hoy termina en Madrid.
Son conocedores del gran malestar generalizado en toda la región, desde
Albania hasta Bosnia, causado por la aprobación
de la adhesión a la UE de Ucrania a sus expensas que los relega
y restringe fondos comunes. El euro escepticismo crecerá en el Este pero sus valores se diferenciaran de los un Reino Unido desbocadamente
belicista que pretende sacudir el avispero bosnio contra Serbia y la
república Srpska como supuestos esbirros de Putin con el
envío de una muy simbólica misión de refuerzo de la OTAN.
A esta iniciativa se sumarán otras
más en el seno de la UE o de la OTAN, ya indistinguibles después de lo
visto estos días en la aberrante cumbre de Madrid. El reconocimiento por
parte del gobierno de España a la independencia de Kosovo será una de ellas, ya
de facto anunciada por Pedro Sánchez con su apoyo a la exención de
visados en la UE para los kosovares.
Serbia seguirá utilizando la diplomacia a la búsqueda de alianzas y acuerdos comerciales, políticos y culturales con todo los bandos. No puede hacer otra cosa, pese al coste y la enorme dificultad que supone mantener su independencia como suele repetir su presidente.
Un mandatario, convertido ya en un rival a batir y cuya
permanencia en el poder no resultará fácil en estos próximos tiempos pese a su
gran apoyo electoral.
En la capital de España, los allí reunidos
deben tener muy presentes tanto su política conciliadora hacia Rusia como
afirmaciones de este tipo:
“Ya
no permitiremos ser un saco de boxeo para nadie” afirmó tras haber
recibido el nuevo sistema de misiles antiaéreos chino que se suma a los
S300 rusos convirtiéndolo en el único país europeo en poseer los dos
potentes sistemas de defensa aérea.
Las declaraciones de China subrayan que
esta venta no va en contra de la OTAN sin dejar de recordar los bombardeos de la coalición en 1999 , en especial
el que fue objeto la embajada china en Belgrado causando la
muerte a tres personas y heridas a otra veintena.
Mientras los estadounidenses afean a
Serbia hacerse con armamento incompatible con su pertenencia a la UE, dándose
otra vez más una colusión entre OTAN y UE, los países europeos endeudan
su economía en pos de Ucrania, un país que se descompone, cuyo único elemento
de unión son las armas contra Rusia y su torpe intervención .Es una
guerra que ya tiene ganadores y perdedores. Y los segundos no tiene
participación en la industria armamentística ni energética que comparten mesa
en Madrid.
Serbia deberá enfrentarse de nuevo a
importantes y cruentos desafíos. Y de nuevo vendrán desde el exterior.
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