La Llama Eterna

La Llama Eterna
Dedicada a los partisanos que el 6 de Abril de 1945 expulsaron al invasor fascista de Yugoslavia. En el muro se recoge la participación de las brigadas de diversos orígenes,bosniohercegovina,croatas,montenegrinas y serbias que participaron en la triunfal ofensiva. El ideal, la victoria y la muerte les unieron en el pasado. Hoy el recuerdo sigue vivo en Sarajevo, a salvo del nacionalismo intoxicador ¿Hasta cuando?

lunes, 28 de enero de 2013

¿Quo Vadis Croatia?



Eduardo J. García

Dos de los tres aliados del estado fascista de  Croacia durante la segunda guerra mundial  repitieron con agrado su papel en la guerra civil Yugoslava. La tercera se limitó a ver como  sus  centenarios territorios históricos, Istria, Trieste y gran parte de Dalmacia quedaban fuera de sus fronteras tras las nuevas líneas trazadas en los mapas durante  la guerra fría. El nuevo rediseño cartográfico y el reparto y saqueo económico de las zonas de influencia dejaron fuera a la potencia latina que tanto hizo por recoger el guante imperial de España con tan poca gloria.
Italia no quería verse excluida del gran pastel en el que tenía mucho que decir por derechos propios, por influencia e incluso por minorías de las que se ha hablado muy poco.La sociedad transalpina se militarizó durante el período de la guerra de Yugoslavia creyendo que su papel sería de mayor trascendencia que el finalmente . Su desastrosa participación en una suerte de operación humanitaria tras el derrumbe estatal albanés sólo le acarrearon una gran marea de refugiados albaneses ante la que se quedó prácticamente sola. No obstante las multinacionales italianas han acabado al igual que casi todas las occidentales consiguiendo importantes réditos gracias a la parcelación de mercados , a la corrupción imperante y  a la  desregularización total que siguieron al desmembramiento yugoslavo convirtiendo los Balcanes en un Tercer Mundo europeo como bien atestiguan sus minúsculas economías, el expolio sufrido por Grecia, la inclusión forzosa de Rumania y Bulgaria en la UE para evitar cualquier influencia rusa  o el intervencionismo de Kosovo propio de los tiempos de Biafra.

Italia además de su seguidismo rastrero a la política estadounidense, de la destrucción del otrora poderoso y muy votado partido comunista tenía además de su peculiar y astuta (por maquiavélica)clase dirigente, otro gran obstáculo para llevar una política coherente y propia ; el Vaticano.
El Vaticano que se aprestó a reconocer las independencias de las católicas Eslovenia y Croacia.
El caso esloveno no implicaba mayor problema, la etiqueta austrohúngara de la región y su supuesto europeismo avalado por la semiabsorción del nuevo y ridículo país por Alemania y Austria fue incruento.
Pero la fidelísima Croacia era otra cosa. Su estrechísima relación con el Papa y su papel fundamental en la cruzada anticomunista tanto durante la segunda guerra mundial con el régimen de Pavelic  como con el gobierno de Tudjman no conducen a error. Juan Pablo II, ya beato no condenó jamás el régimen genocida croata de Pavelic, sus palabras fueron las mismas  que las de Pío XII al hablar de lucha sagrada contra el comunismo. Viajó tres veces a Croacia, y puso todo su empeño e influencias para que esta entrara en la UE. En una fecha tan tardía como 1998 beatificó a Alojzije Stepinac( que el régimen de Tito persiguió y condenó como criminal de guerra) así como otros franciscanos que miraron para otro lado cuando no colaboraron con el exterminio del pueblo serbio, gitano y la eliminación sistemática de los opositores socialistas.

Esto ha sido desacreditado y causa de mofa  por gran parte de la prensa y multitud de historiadores que anteponen su falta de escrúpulos y manifiesta  mansedumbre ante el poder, al estudio de la ciencia histórica.
La conspiración Alemania-Vaticano que los serbios hicieron suya durante la guerra, tenía unos claros y terribles precedentes históricos. Tomárselo a broma explicita muy bien  el interesado desconocimiento balcánico que revela  un chovinismo racista (explotado a fondo por Alemania) y el porqué del enconamiento de los conflictos en esta zona.
El Vaticano a pesar del gesto de Benedicto XVI que ha reconocido el genocidio llevado a cabo por Croacia, no ha cejado en su apoyo a las tradicionales élites croatas en la defensa y prevalecimiento de la fe católica, en su apoyo para la integración en la Unión Europea e incluso ha hecho sus oficios de mediador de las  disputas territoriales entre la fiel prole eslovena y croata.
Pero en Croacia a diferencia del Vaticano se celebran elecciones. Y en estas últimas ha ganado la Socialdemocracia. Y esta ha tomado medidas que disgustan al Vaticano pues parece que el número de fieles no sólo se ha estancado sino que decrece. Así como sus vocaciones y las demandas de una mayor secularización como el resto de sus socios europeos. Temas tabúes hasta ahora van abriéndose paso, y claro, hay que cumplir también con ciertas formalidades de la Unión Europea. La no discriminación hacia otros credos, especialmente hacia el rito ortodoxo, el reconocimiento de un genocidio que mancha de sangre a la iglesia católica de pies a cabeza disgustan a una Santa Sede que ve como una de sus serviles ovejitas empieza a descarriarse, si bien de una forma muy tenue.

La gran oposición de  una parte importante  del pueblo croata hacia la desindustrialización de su país y  otras políticas de  corte liberal propugnadas por Bruselas inciden en una deriva ideológica que desagradan a más de uno. La muerte de Tudjman y la derrota electoral de su partido, la "reconciliación entre el anterior jefe de gobierno serbio Boris Tadic y el actual Croata Josipovic tienen mucho que ver, pero a veinte años de la guerra, tarde o temprano alguien se atreverá a cuestionar la  monolítica y autoritaria mitología sobre el papel croata en la guerra civil. Quizá aún hagan falta una generación más y bruscos giros políticos en Europa, pero la persecución intelectual llevada a cabo contra quienes denunciaron el fascismo de Tudjman y sus adláteres en los años noventa no podrá repetirse sin repercusión.
Para que todo cambie, es necesario que todo  permanezca igual. El gobierno croata se ha visto obligado a acatar la ley de minorías de la UE que ya contempla desde hace años con eslovenos e italianos, a los que permite expresarse en su lengua en carteles y en la toponimia de sus pueblos y ciudades cuando alcanza le 30% de sus habitantes. Y algún día le tenía que tocar el turno a Serbia, y ha sido en la zona en litigio de la Krajina y Eslavonia, zona de una gran limpieza étnica apoyada sin tapujos por la OTAN, que aún hoy alberga a una importante población serbia. Aquella misma que quería seguir siendo yugoslava y cuyos derechos fueron flagrantemente pisoteados por Croacia y la "Comunidad Internacional". Pues bien Vukovar, la gran batalla, el gran martirio de la causa croata contra el supuesto Goliath serbocomunista se escribirá desde ahora con caracteres cirílicos. 
Los veteranos de guerra, con una poderosa organización detrás  y una amplia red de clientelas han puesto el grito en el cielo ante tamaña ofensa para con el anticroatismo.
La causa sagrada de la guerra de liberación presenta una ínfima fisura que la responsabilidad y decencia del pueblo croata elegirá si seguir ahondando en ella o eludirla como una molesta pequeñez de  pasado que nadie quiere conocer. Tras el fin de la guerra y la muerte del ogro croata, la UE hizo esfuerzos si bien simbólicos para que parte de la población croata regresara a sus hogares. Algunos miles lo hicieron pero únicamente a zonas en las que se quedaron a terminar la guerra. Krajina y Vukovar especialmente.
La  ciudad heroica de los independentistas croatas con  letras de atrasados pueblos orientales no europeos.
Otra muestra más de lo insensible que fue y sigue siendo Europa hacia esos pueblos libres balcánicos que un día decidieron romper su constitución, la relación con sus vecinos, deformar su historia e incitar el odio para acabar con un país en vías de democratización llamado Yugoslavia.
Quizá ahora que el gasoducto Southstream de la rusa Gazprom pasa por Croacia a la vez que la suministra, esos signos extraños con los que han convivido desde hace siglos sean más comprensibles y llevaderos.

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